Lorca, Año I d.t.

Hoy no he visto la tele, he llegado a casa a las 5 de la tarde y ya los informativos habían terminado, y el resto de la tarde, pues no me ha apetecido, he entrado en las principales webs de medios de comunicación para ver los "telediarios" y he sacado una cosa en claro: Hay que ver lo que les gusta a los medios repetir imágenes de lo que pasó, imágenes que la mayoría estamos hartos de ver pero que sirven a tales medios con una pequeña dosis de morbo para que los telespectadores se queden mirandolas sin llegar a transmitir realmente el problema que tenemos aquí, es más sensacionalista ver como caen edificios y ver la misma toma desde 5 ángulos distintos que mostrar 30 testimonios de lo que la gente está sufriendo, con más dolor después de ver la ineptitud de quienes nos llevan y gastando pasta a lo bestia en "conmemoraciones" y "nacionalizaciones" en vez de en familias que viven como en el limbo.
Puto asco.

Cuento co-chino

Érase una vez una vaca que pastaba en un prado, la vaca vió encima de ella un pajarillo en la rama de un árbol que apenas sabía volar, el pajarillo dió un traspiés y cayó al suelo, la vaca vió como no muy lejos un perro se percataba de la caida del pajarillo, con lo que la vaca se acercó al pajarillo y le cagó encima para esconderlo del perro, pero el pajarillo asustado empezó a hacer pio pio pio, cosa que el perro oyó, removió la mierda, sacó al pajarillo, lo lavó en un río y se lo comió.

Moraleja, no todo el que te llena de mierda es tu enemigo,
no todo el que te saca de la mierda es tu amigo,
y.... cuando estés hasta arriba de mierda, no digas ni pio.




Adaptación.

En algún lugar, por Javier Carretero Cantero

Comparto el prólogo del primer libro de Javier Carretero Cantero, amigo y compañero de trabajo, en pocas semanas saldrá a la venta.
Contacto con el autor por correo javi_titto@hotmail.com
Y en facebook Javier Carretero

PRÓLOGO:
¿Por qué escribir “EN ALGÚN LUGAR?

Durante algún tiempo se me pasaba por la cabeza la idea de escribir algo, no tenía muy claro que era lo que quería hacer, a veces escribía canciones, otras frases y esta vez me atreví a escribir algo parecido a esto, llamémosle libro.
Cuando le comenté a mi familia y a mis amigos que estaba escribiendo un libro todos me hacían las mismas preguntas.
La primera era unánime:

– ¿Cómo te ha dado por escribir un libro?

Y la segunda supongo que era para matar la curiosidad:

– ¿De qué trata?

La respuesta a la primera pregunta era bastante sencilla:

– Lo escribí por necesidad.

Para responder a la segunda pregunta sólo les decía:

– Cuando lo tenga terminado les regalaré uno a cada uno de vosotros, solo os pido que tengáis un poco de paciencia.

He pasado algunos años de mi vida observando a las personas que tenía a mi alrededor (las que quiero), no tan cerca de mí (las que conozco) y aquellas con las que nunca he cruzado ni una sola palabra (los desconocidos).

He estado conversando con cada una ellas, intentando descifrar lo que quería decir su entonación, he analizado cada uno de sus gestos, sus miradas, sus sonrisas y sus lágrimas, su manera de vivir o ver la vida, sus expresiones en la cara, su forma de caminar, de hablar, de mentir y de decir la verdad … y la mayoría de ellas me daban la impresión de no saber muy bien hacía donde caminaban, bien porque no conocían el camino o en su mayoría simplemente se comportaban y se comportan como “peces muertos”, es decir, personas que se dejan llevar por la corriente del río pero sin capacidad para decidir por ellos mismos dónde quieren ir, tan sólo se dejan llevar.
Durante mucho tiempo y sin tener una explicación a ello, fui como uno de ellos, “un pez muerto”, pero por suerte o por desgracia, pasó algo en mi vida que me hizo cambiar mis hábitos, mis costumbres, mis horarios, mi forma de pensar, de vivir esta vida que tenemos, de vestir, de soñar, de gestionar mejor el tiempo…
¿Cuántas veces nos hemos preguntado si hay vida después de la muerte?
Os mentiría si os dijera que yo nunca, todo lo contrario. Son muchas veces que me he preguntado ¿qué pasa cuando morimos? Porque no puedo creer que no haya nada después de la vida. Pero lo que realmente debemos plantearnos una vez hecha esta reflexión es:
¿Hay vida antes de la muerte?
Si te apetece seguir leyendo os contaré que ocurrió aquella mañana, para que dejara de comportarme como un pez muerto y poder darle un sentido a la vida.


Javier Carretero Cantero

Lorca - Wheel of Time

Pequeño homenaje a Lorca, totalmente casero pero hecho con muchas ganas y con un reparto genial.

Un cuento

Esto lo he oido hoy en la radio, no es mío, pero merece la pena compartirlo:

Un campesino estaba en su finca dando de comer a sus caballos cuando de repente, el mejor de todos los que tenía se le escapó, todos los vecinos se acercaron a compadecerse de él y este solo contestó: quién sabe si ha sido para mal o ha sido para bien...

Al cabo unos días apareció el caballo seguido por otra media docena, lo que enriqueció el ganado del campesino, los vecinos otra vez se le acercaron para felicitarle por su suerte y este serio les dijo: quién sabe si ha sido para bien o ha sido para mal...

Uno de los hijos del campesino se esforzó en domesticar a los nuevos caballos, con la mala suerte de que con el más arisco de todos, tuvo un accidente que le costo la rotura de una pierna, los vecinos volvieron a casa del campesino y le dieron las condolencias por el accidente, a lo que el campesino volvió a decir: quién sabe si ha sido para mal o ha sido para bien...

A la siguente semana, unos emisarios del gobierno visitaron la aldea para reclutar a todos los jóvenes que pudieran ir al frente para defenderse de los ataques de la región vecina, teniendo la suerte de que el hijo del campesino se encontraba imposibilitado y se libró del alistamiento, el campesino impasible volvió a decir: quién sabe si ha sido para bien o ha sido para mal.....

Moraleja, no todas las cosas buenas que nos pasan deciden un buen porvenir y puede ser que las cosas malas que nos ocurran provoquen algo bueno.

El Dominguero Ibérico

Como todos los veranos, los privilegiados que tenemos la oportunidad de ir a la playa algún que otro día, somos testigos de la riqueza de nuestra fauna ibérica. Aparte de las hormigonadas costas, infraestructuras a pié de playa que facilitan la vida tal y como si estuviéramos en el  salón de nuestra casa y 17 horas de sol diarias que hacen de nuestras playas el principal reclamo para media Europa, estos lugares son el hábitat de una especie única, no me refiero a los lateros, masajeadores chinos o esos señores que buenamente se ganan el pan ataviados hasta las muñecas y tobillos vendiendo desde gafas de sol hasta alfombras.  Esta especie no está en peligro de extinción y merodea durante tres meses y uno cada siete días nuestro litoral.

Si, me refiero a Los Domingueros. Entrañables y auténticos. Naturaleza en estado puro. Fáciles de identificar incluso viéndolos a ras de la arena, acercándose a la orilla dejando tras de sí una nube de polvo como si se tratara de una tribu de Sioux. Desde lejos ya se adivina la jerarquía y se intuyen los tres principales perfiles de la familia.

Por un lado tenemos al futuro de la especie, los niños, esos pequeños seres que se bañan con camisetas de propaganda, inseparables de sus balones de Nivea y demás elementos hinchables que previamente ha inflado el cabeza de familia a pleno pulmón.

Por otro lado está el sexo fuerte de la tribu, las mujeres, cargadas con neveras, cestas de rafia y capazas de esparto llenas de víveres para un mes, siempre me he preguntado cuánto tiempo antes se han levantado estas señoras para preparar tan preciadas viandas, típicas de nuestra gastronomía y en cuyo menú no puede faltar la tortilla de patatas, el pollo con tomate, el pan campero, la ensalada de lechuga y pepino y el kilo y medio de melocotones rojos.

Pero el que más me llama la atención de todos es el último miembro de la familia. El jefe, el padre cincuentón o el abuelo de los niños de los balones de Nivea, este si que es auténtico. Su silueta de tipo barrigón, esa camisa abierta a medio pecho dejando airear la pelambrera que amortigua el crucifijo que cuelga del cuello. Este es el verdadero jefe capaz de cruzar 200 metros de arena fina cargado con sillas plegables, mesas, la sandía que hundirá en la arena y su bastón de mando: la sombrilla.

Su llegada al emplazamiento donde la familia pasará las siguientes horas es todo un ritual, el personaje llega con los ojos entrecerrados, otea el entorno, el horizonte, la distancia con las nudistas de al lado, medita la situación durante unos segundos mientras el poblado pecho se mueve al son de la brisa del mar, desenfunda el pincho de la sombrilla, concentra todas sus fuerzas en un punto del suelo y…¡craka!, como si de un matador se tratase, de un golpe seco  y bien calculado mete el pincho haciendo círculos, sintiendo cada centímetro que avanza bajo la tierra hasta que, dando dos puntapiés con las alpargatas de punta de esparto se asegura que eso no lo saca de ahí ni Dios, sabiéndose de esta manera amo y señor de todo el territorio cuya sombra abarque la sombrilla.

Una vez coronado rey de esta tierra infértil el siguiente paso es acomodar en el agua de la orilla la sandía (o melón de agua) que ha comprado en la carretera camino de la playa. Hunde a empujones la sandia en la arena húmeda, garantizándose que para después del pollo con tomate esté bien fresquita.

El siguiente y último movimiento sería abrir la silla plegable más grande que tenga y ubicarla en el punto bajo la sombrilla donde sabe que a ninguna hora dará un rayo de sol, se apalancara ahí toda la jornada y no se moverá hasta la hora de recoger, porque todo lo más que se va a mojar este personaje van a ser los tobillos para clavar la sandía (o melón de agua) en la orilla.

Y es que, sinceramente, las tendencias nos harán cambiar pero por mucho Chill Out en Ibiza, por muchos Clubes Náuticos y por muchas redes de volley-playa que nos pongan, jamás se acabará con nuestro Dominguero Ibérico.

Verano, verano....

Resulta que estoy de reformas en casa y no tengo tiempo de ponerme con el blog, aunque se me pasen mil cosas por la cabeza. Entre brochazo, martillazo, viaje a la ferretería (o brico-center como lo llaman ahora) lo que más estoy padeciendo es la jartá de sudar que me estoy pegando.

Creo que no he elegido la mejor fecha para ponerme de chapuzas y es que estamos tooooodo el año pensando, "a ver si llega el verano" y ahora hay que comérselo de día y de noche.

La tele nos satura con futbolistas anunciando helados, depiladoras milagrosas que "no duelen" (un carajo, el otro día probé la silk-epil de mi novia y me dieron ganas de tirarla al wc), desayunos y cenas "saludables", cremas y más cremas para que seáis las más guapas de la playa, el Cola-Cao con la p*** Baticao, mil cervezas por segundo, mojitos de toda la gama de verdes existentes, destinos paradisíacos para pasar las vacaciones, clínicas de estética por si alguna empezó tarde la operación bikini o no llego a comprar los Fitness o el Special K, perfumes donde salen tíos "normales y corrientes" tirándose de un acantilado o preparándose a la amiga en el muelle de una cala desierta, preservativos multicolores y lubricantes-masajeadores, el cupón del 15 de agosto y el de la noche de San Juan, supermercados con precios super-refrescantes, zumitos para los nenes con altas dosis de nutrientes para evitar las pájaras, climatizadores ultrasilenciosos, megaofertas de "no pagues hasta septiembre", rifles educativos que no disparan munición, sino 25 litros de agua por ráfaga (no apto para menores de 3 años, menos mal), los Pokemon, Bob Esponja, los Gormiti y ahora el Rayo McQueen, ....

En navidades siempre hacemos buenos propósitos para el nuevo año, ahora yo, hago mi buen propósito de verano, y es que se acabe de una p*** vez.